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Las trampas de la comunicación escrita

Escrito por el Alumno de 2° año del Profesorado de Educación Tecnológica, Diego López.

 

Las trampas de la comunicación escrita

 

El uso de las tecnologías de la comunicación, como principal recurso de esta pandemia, nos lleva a reflexionar sobre cómo nos relacionamos con nuestros pares. Hay ocasiones en las que un simple mensaje de WhatsApp cambia radicalmente nuestro estado de ánimo o nos provoca desencuentros sin sentido, lo cual repercute en gran medida en los adolescentes. De manera que, si no se recibe una respuesta rápida, si leen nuestro mensaje dejándolo en visto o se malinterpreta lo que nos han querido decir, podemos llegar a pensar que la otra persona tiene alguna diferencia con nosotros, aunque no sea así.

El reconocido psicólogo español y partícipe del programa de radio “Entiende tu mente”, Luis Muiño, reconoce desde la psicología que “Cualquier tipo de comunicación funciona si somos conscientes de sus limitaciones”. La aplicación de mensajería WhatsApp, a la que aún no nos adaptamos, presenta tres limitaciones principales: carga de subjetividad, falta de profundidad y asincronía en el diálogo, éstas impiden lograr una comunicación fluida y efectiva entre interlocutores.

Entre las limitaciones más importantes está la carga de subjetividad en el mensaje por parte del receptor. Podrán notar que nuestro estado de ánimo y el contexto donde mantenemos una comunicación escrita influye rotundamente en el significado del mensaje que recibimos, por lo que, si el mensaje no está del todo definido o desconocemos la intención del mismo, es el receptor quien determina el significado de ese mensaje: cargándolo de subjetividad e interpretación conveniente para su estado emocional. “Lo que no se mide, no se gestiona y lo que no se dice, se interpreta” es la frase que, haciendo referencia a esta limitación, agrega Mónica González, Coach y Profesora universitaria de España, también partícipe del programa de radio “Entiende tu mente”. La falta del lenguaje no verbal implica una distorsión en la comunicación. Por ejemplo, ciertas frases dichas con una entonación divertida, escritas en WhatsApp pueden parecer una agresión. El investigador estadounidense y especialista en comunicación, Albert Mehrabian, analizó la influencia que se produce en el interlocutor de un mensaje en cuanto a la información: verbal, vocal y no verbal. Según esta investigación, se transmite más información en un proceso de comunicación presencial, a través del cuerpo, con un 55%, seguida de nuestra voz y su tono, con un 38%, frente al porcentaje más bajo, de un 7%, que corresponde a la comunicación verbal, es decir, solo a las palabras.

La siguiente limitación se refiere a la falta de profundidad del mensaje a la que los interlocutores tienden cada vez más en comunicaciones por escrito. Escribir todo lo que uno hubiese dicho oralmente y de la misma manera por un mensaje de texto, es casi imposible; la tendencia a contestaciones escuetas y concretas crece a la par de estas tecnologías. Incluso, es un hecho de que estas plataformas potencien esta falta de definición en el mensaje; la sustitución de la expresión no verbal mediante emojis y stickers es un claro ejemplo.

La última limitación es la asincronía del diálogo, es decir, la falta de interacción o continuidad de la comunicación escrita que, como consecuencia, rompe el hilo de la misma. Sucede que no todos estamos prestando atención al dispositivo del cual nos estamos comunicando de manera escrita a como lo haríamos en una conversación oral con otro interlocutor o, por el contrario, le damos demasiada atención al punto de mantener varias conversaciones o chats a la vez, lo que lleva a una comunicación poco efectiva y desinteresada. “Permitámonos el contacto (…) la comunicación troncal debería ser una comunicación más humana” reflexiona Mónica.

En conclusión, detectar estas limitaciones nos lleva a reflexionar sobre las consecuencias de la comunicación escrita vía WhatsApp u otras similares y nos ayudan a establecer parámetros para llevar a cabo la misma de manera efectiva.

  “En esta era de la gran digitalización, que tantas cosas buenas trae, (…) usamos el canal equivocado” expresa Mónica. Entonces, antes de comenzar una conversación, deberíamos plantearnos lo siguiente: ¿Qué espero obtener del otro interlocutor en una comunicación vía WhatsApp? ¿El tema sobre el que quiero hablar involucra emociones? ¿Estoy siendo lo suficientemente claro en este mensaje o debería tratarlo personalmente? Estos interrogantes pueden definir que el WhatsApp no es el medio para tratar ciertos temas, sino solo un complemento de comunicación.

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